En el rincón más inhóspito
de este mundo intangible,
puedo encontrarte sonriente,
detrás de cualquier muro de lágrimas,
de cualquier atardecer ya dormido,
de cualquier sueño de infancia.
En el medio de mi camino recortado,
puedo reconocerte impecable,
sin ese dolor arrugando tus ojos,
sin esa tristeza invadiendo tu calma.
A la par de mis pasos cansados
puedo sorprenderte sereno,
dándome con tus ojos tranquilos
esa fuerza que tanta falta me hace a veces.
Dedicado a mi padre que ya no está.