Anclado en el delirio
propio de tu ausencia,
el cielo no es más que
que un frágil refugio,
no es más que un manto
aplastando mis días
que entre tiempo y esperas
se convierte en nada…
Apoyado sobre el abismo
que me contiene desde que te fuiste,
las estrellas pasaron a ser
mis confidentes
y entre palabras al viento
y gritos desesperados
el dolor de extrañarte
se acumula en mi piel cansada…
Rendido a los pies de tu recuerdo,
repito todo el tiempo que te amo
aunque nadie escuche,
aunque nadie entienda…
y asustado, sigo mi camino
de señales rotas y pasos lentos…