Desde Cañete-Lima-Perú

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"...Ojalá se te acabe la mirada constante, la palabra precisa, la sonrisa perfecta. Ojalá pase algo que te borre de pronto: una luz cegadora, un disparo de nievek. Ojalá por lo menos que me lleve la muerte, para no verte tanto, para no verte siempre en todos los segundos, en todas las visiones: ojalá que no pueda tocarte ni en canciones...". Silvio Rodríguez.

lunes, 27 de noviembre de 2006

Es más...te perdono

Te perdono el montón de palabras
que has soplado en mi oído desde que te conozco.


Te perdono tus fotos y tus gatos, tus comidas afuera,
cervezas y cigarros, es más,

te perdono andar como tú andas, tus zapatos de nube,
tus dientes y tu pelo.

Te perdono los cientos de razones, los miles de problemas,
en fin, te perdono no amarme...

Lo que no te perdono es haberme besado con tanta alevosía
(tengo testigos: un perro, la madrugada, el frío),
y eso sí que no te lo perdono,
pues si te lo perdono...seguro que lo olvido.

Noel Nicola


Encontré tanta dulzura en sus miradas, tanta ternura en sus palabras...tanta amargura de saberle imposible .

(Gracias Adriana por compartir conmigo esta hermosa canción . Eres parte ya de los "siempre leídos").



Intérprete: Myriam Quiñones, una de las más reconocidas difusoras de la Trova Contemporánea en el Perú.

lunes, 13 de noviembre de 2006

Declaración

Porque elijo amarte, entendiendo que el amor es un compromiso que se renueva día a día. Es un interrogante constante. Es una hermosa incertidumbre. Una elección de vida. Elijo quererte, depositando en ti mi esperanza. Dejando de lado convencionalismos. No pidiendo nada. Optando por darte todo. Dedicarte mis desvelos y mis sueños. Mis miradas y mis sonrisas. Humedeciendo mis ojos al no encontrarte. Regocijándome con tu presencia, porque la celebro. Te acepto tal cual eres, con defectos y virtudes. No pretendo cambiarte ni cambiar nada. Así te conocí. Así aprendí a quererte, tras hacer a un lado los miedos.

No pretendo engañarte. Sería insultar tu inteligencia. No pretendo darme aires de hombre seguro, porque no lo soy. Tampoco alardear de decidido, porque nada más alejado de la realidad. Reconozco mis falencias, mis debilidades. Y también mi empecinamiento... ¿por qué negarlo? No te pido nada. No necesito nada más que tu cercanía, aunque sólo sea la comunión de almas. Tan solo con pensar en ti me siento en compañía. La melancolía se esfuma dando paso a una sonrisa. Porque tu brillo me renueva. Porque tu luz me ilumina. Porque tu recuerdo me alegra.

En esta etapa de mi vida, donde la adultez ya me ha invadido, siento la necesidad de jugar con mis manos, mientras mis dedos me pellizcan para cerciorarme de que estoy despierto. Surgiste de la nada, de improviso. Y sólo pude reparar en una sonrisa abierta y franca, de ésas que dejan escapar la franca alegría por un encuentro...y me enamoré de ella.

Vivía lamentando mi soledad mientras te sabía en compañía. Aunque abrigaba la esperanza de que me estuvieses buscando en otras hombres, y esperaba que no me encontrases en ninguno, sin embargo, pude sostener la amistad, la camaradería, y tener siempre la sonrisa a flor de labios, mientras mi corazón sangraba por las heridas.

Pero evitaba mirarte demasiado. ¿Por qué? Porque siempre consideré a los ojos como ventanas del alma. Y temía que se me escapase para hablarte. Y entonces comprendí cuan idiota había sido, y propicié el momento para hablarte. Fue cuando te acorralé con mis verdades, que son las mismas que las tuyas. Y no permití que te hicieses a un lado porque, como yo antaño, buscaste todas las excusas posibles para que todo se diluyese.

Fue maravilloso para mí poder hablarte mirándote a los ojos, diciéndote lo que sentía, confesando y volcando todo. Porque al sincerarme alivié mi carga. Acorralada por la certeza de que no encontrarías un recoveco por donde escapar, alegaste que no era el mejor momento de tu vida

Pues bien, cualquier momento puede ser el mejor si te concedes la posibilidad de amar. Eso lo aprendí cuando creí que había perdido todo. Eso es lo que intentaré hacerte vivir. Aunque sólo sea hoy, ese hoy nuestro de cada día, renovado con cada aurora, celebrado con cada luna...